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Educación

Entrevista
Entrevista

Una enseñanza de vida

Diálogo en busca de un consejo y el saber en la experiencia.

Andrea R. Gómez, Kenya Meza

En la oficina de los Lobomentores realizamos una entrevista interesante a la Maestra Claudia Valerdi, como se le ubica en la Facultad de Filosofía y Letras, para conocer su experiencia como docente, los retos que ha tenido que superar y su opinión sobre la educación actual.

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         Consideramos pertinente su testimonio como educadora, puesto que, gracias a su práctica en esta área, ha pasado por una serie de situaciones que le han permitido tener una visión más amplia del fenómeno educativo, el impacto de la enseñanza y la importancia que tiene tanto para aquel que educa, como el estudiante y la sociedad misma.   

 

     Su oficina, localizada a un costado de la cafetería en el edificio Alfonso Reyes, es un entorno ameno, alegre y propicio para las actividades de apoyo académico que a continuación nos explica de forma muy grata la Maestra Valerdi.

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Andy (A): Más que nada queremos la visión de alguien que esté dentro del ámbito educativo.

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Kenya (K): Queremos saber sus grados académicos.

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Valerdi (V): Ahh, empezamos mal… (Risas) Pues la licenciatura… Soy hija de educación pública. Siempre he creído en la educación pública, entonces todos mis niveles académicos tienen que ver con la educación pública. La preparatoria la hice en Benito Juárez, acá mismo en la BUAP. La Licenciatura en Lingüística y Literatura Hispánica acá también en la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP. Después hice un diplomado en Neuropsicología Infantil, también aquí en la BUAP, y posteriormente en posgrado, la maestría en Educación Superior. De ahí, me he estancado un poquito. No he continuado con estudios de doctorado, pero porque me he dedicado mucho a ámbitos como es la investigación, la mentoría, los proyectos de intervención, proyectos de investigación pura, entonces eso ya de por sí te absorbe mucho tiempo. Y creo que el doctorado me está esperando con ansias también.

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A: ¿Cuáles son los proyectos de investigación en los que ha participado?

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V: En los que he participado no recuerdo, pero en los que estoy ahorita sí te puedo decir, ¿no? Es un proyecto propiamente de investigación, pero más bien de aplicación; es el del seminario de orientación para el examen de admisión de la BUAP. He participado desde la redacción de los reactivos hasta con las capacitaciones con CollageBoard, que es esta empresa internacional que realiza estos exámenes de manera muy seria.

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 He participado con ellos también en el diseño de materiales, en el diseño de metodologías, en estrategias de aplicación, incluso capacitación de docentes. Capacitación y supervisión de los mismos. Evaluación de materiales. Y ahorita, recientemente, 2017, por tercer año consecutivo, estoy fungiendo el papel de coordinadora del Seminario de Orientación para el Examen de Admisión BUAP en su versión virtual, es decir en línea. De hecho, ahorita que les decía “denme dos minutos, estoy contestando” es porque aparte de ser coordinadora, superviso la parte de las personas que me apoyan como asesores y tutores. Entonces hay preguntas que hacen los estudiantes y evidentemente hay que contestarles de la mejor manera, buscando una respuesta correcta para orientarlos en la presentación del examen del proceso de admisión. Ese es uno y es de los más grandes creo; otro al que me invitaron el año pasado se llama CODAES, que quiere decir Comunidades Digitales en el diseño de objetos de Aprendizaje en la Educación Superior. CODAES es una institución federal que recurre precisamente a apoyo económico federal y que tiene enlaces a nivel internacional. Ahorita estoy en el proyecto de hacer como de coordinadora también un marco de referencia de las habilidades comunicativas en estudiantes de educación superior entre México y Francia. La idea o la meta, el objetivo, el propósito final es que exista movilidad entre los estudiantes mexicanos hacia Francia para estudios superiores y los franceses hacia México. Entonces es como establecer vínculos, coincidencias y ese proyecto en este momento tiene ya prácticamente un año, va para dos, y después vendrá la segunda etapa que será en otros dos años. Entonces es bastante trabajo por mucho tiempo. Trabajo con otras instituciones en ese mismo proyecto como la Universidad de San Luis Potosí, la Universidad Veracruzana, la Universidad de Yucatán, la de Guadalajara, de Aguascalientes; entonces es un intercambio académico muy interesante porque no es solamente a nivel BUAP, sino que ya representas a la BUAP en otras esferas, incluso a nivel internacional.

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 Esa es una de las cosas que más me fascina. […] Precisamente esta relación con otras universidades me llevó a establecer una relación estrecha con la Doctora Denisse Hernández Hernández del Departamento de Literacidad de la Universidad Veracruzana. Ella me ha invitado a participar en una red de investigación que se llama Red de Literacidad, es un término que nosotros no dominamos tanto pero que Daniel Cassany lo aborda, y él fue el asesor de esta doctora, ¿no? Entonces son proyectos también a nivel nacional con apoyo del CONACYT y lo que hacemos es hacer investigación en esa línea, apoyo, propuestas, metodologías, teorías, publicaciones, congresos, ya saben ¿no? Por eso les hablo de en lo que estoy ahorita y no de los pasados porque no acabo.

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 El otro proyecto, el más querido por mí, es el proyecto de mentoría; lo dejo al último porque es el más grande y al que le dedico más tiempo. La mentoría es un concepto de orientación o ayuda a fraternidad; puede ser entre subordinados, una persona de más experiencia como un profesor con un estudiante con menos experiencia o entre pares, entre estudiantes o entre maestros. En la BUAP tiene ese proyecto poco más de tres años y la Facultad de Filosofía y Letras participa desde hace dos. El equipo de lobomentores va a cumplir dos años, por decir algo ¿no? Y ahí, aparte de hacer proyectos de inserción o de intervención, como fue la campaña antiplagio, también estamos haciendo proyectos de investigación; no les platico detalles de ese proyecto porque como dicen, no cuentes todos tus secretos porque si no se pueden pasmar, pero les comento que ayer nos fuimos de acá a las 9 de la noche haciendo todavía algunas cosas que tienen que ver con ese proyecto, ¿no?

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 Entonces parece que podemos hacer muchas cosas; lo que falta a veces es tiempo y lo que nos sobra es voluntad. Bueno, esos son los proyectos que recuerdo, pero creo que sí son todos.

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A: Con aquello que decía de sus relaciones con la UV, en las cuestiones de dinero ¿ha tenido problemas sobre la economía en los proyectos?

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V: Fíjate que los académicos no han expresado como tal un conflicto, pero sí un rezago en los apoyos para los proyectos que ellos tienen en puerta. Esa crisis no ha afectado solo a la UV, sino afecta a nivel federal y entonces ha habido también un atraso en la publicación de convocatorias y también un atraso en la emisión de los apoyos. La Red de Literacidad que les contaba, ¿no? Ha tenido un atraso importante. Hemos querido ya empezar a hacer publicaciones y otras cosas pero ni siquiera han salido los resultados de la convocatoria. Entonces todo esto es por medio de concursos, convocatorias, presentar proyectos, todo. Entonces eso no solo ha afectado a Veracruz, sino al país entero. Incluso la propia BUAP, pero no me meto en problemas (risas).

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A: ¿Qué obstáculos académicos ha tenido?

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V: Uuuuh, (risas) ¡no pues, no quieres que acabemos hoy! Muchos. No quisiera entrar en detalles, pero he aprendido que esos obstáculos lo único que te hacen es pensar más, ¿no? Pensar más en cómo le vas a entrar, pensar más en cómo vas a convencer, pensar más en cómo vas a hacer las cosas. Digo, ustedes me conocen de hace años y pues sabían que yo no tenía más que una mano adelante y otra atrás. Y ahorita poco a poco, ya tenemos un espacio para trabajar, tenemos un equipo, tenemos se puede decir que hasta cierto punto apoyo para poder hacer las cosas.

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 Yo creo que la parte más importante de la universidad son los estudiantes, y por eso me gusta trabajar con estudiantes. Me siento plena, dichosa, satisfecha en ese sentido ¿no? Porque tengo el apoyo de los estudiantes, principalmente. Pero obstáculos hay muchos, desde que no tienes dónde pararte, no tienes dónde sentarte, atiendes a los jóvenes en las escaleras, en el baño, ¿no? Hasta la gente que no cree en ti, que dicen “lo que tú me dices no me interesa” o “eso no va a repercutir” o también las envidias ¿no? Hay que decirlo. La gente que pues no hace nada, pero la gente que hace algo le molesta. Simplemente no dedicarle atención a eso y enfocarte en lo que te interesa y en lo que quieres lograr. Obstáculos muchos, desde lo económico, el espacio, el tiempo, no sé, la falta de visión y la falta de interés de la comunidad a veces.

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K: Es que teniendo un proyecto así de importante es nadar a contracorriente casi.

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V: Así es. Y pues quien quiera estar contigo, qué bueno, se sube contigo al barco. Y es fácilmente que se vuelvan a bajar, porque es mucho trabajo.

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K: ¿Qué visión tenía al principio de la licenciatura, fue cambiando o no, pasando a otros niveles, o fue mejorando, empeorando, o teniendo en cuenta los obstáculos académicos también?

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V:-Lo que ha cambiado no ha sido necesariamente la visión, pero sí los alcances. Es decir, yo veo generaciones distintas, entonces noto esas diferencias y noto cambios. Ahorita estamos en la generación más reciente que es muy indiferente; nada les interesa, si implica esfuerzo no lo hago, pero antes de esa hay otra que dice “vamos a hacerlo, no importa los obstáculos, vamos a intentarlo”, y buscan soluciones, entonces yo quiero pensar  que la siguiente generación 2018 también se noten cambios.

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 Y no se trata de aferrarse a lo que nos funciona sino que nosotros nos tenemos que adaptar a esos cambios. La generación es distinta; ok, pues hay que entrarle con algo distinto. No podemos aplicar lo mismo una y otra vez porque eso no va a funcionar, ¿no? Entonces yo, más bien, en la educación superior no veo como solamente obstáculos sino hay que pensar en modos para resolver las cosas y creo que eso también me ha ganado la oportunidad… Yo casi no busco trabajo, aunque no lo crean no me la paso buscando trabajo, “ay ahora qué voy a hacer” es más bien que me invitan: “sabes Claudia, te invito a esto, te invito a lo otro, qué tal si publicamos aquello, qué tal si publicamos lo otro”, y yo digo “va”. Y me invitan porque saben que hago las cosas y porque intento hacerlas bien; no sé si lo logre, pero lo intento, ¿no? Es más bien como tener esa ambición por hacer más, conocer más y trabajar más.

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A: ¿Sus temas de tesis?

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V: De la licenciatura fue “Análisis de los deícticos en la conversación entre un usuario y un sistema computacional simulado en el Instituto Nacional Astrofísica, Óptica y Electrónica en el Departamento de Ciencias Computacionales del Laboratorio del Lenguaje”.

 

K: Toda una plana. (risas)

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V: Sí. Digo, es una cosa impresionante ¿no? Eso fue en el 2003 antes de que ustedes incluso conocieran Internet, ¿no? Entonces la Internet era deficiente, era muy diferente al que es ahora. Sobre todo no había las pantallas táctiles. Ni los cajeros ni los celulares, nada. Y este proyecto de investigación era apoyado con Francia (curiosamente Francia sigue presente en mi vida). Y lo que hacían los franceses era innovar en la computadora o los sistemas computacionales transformándolos a táctiles.

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 Entonces, de alguna manera, soy un antecedente de ese proceso de relación con las computadoras, porque decíamos “¿cómo hacer más natural la comunicación entre las personas y los sistemas computacionales?”. Antes era con comandos, con códigos, pantallas blanco y negro, sin sonido, ¿no? Todo era terrible. Pero ahora todo es más natural. Un bebé, sin problema, puede trabajar en un celular sin problema… Bueno, no trabajar, porque ellos no trabajan, ja ja. Pero sí ubicar sus canciones, ¿no? Porque es intuitivo, porque es con imágenes, porque es con los dedos. Y entonces regresamos a una interacción más simple. Y quiero pensar que mi trabajo proporcionó algo para ahondar en esta línea. Ese fue el de licenciatura.

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 Y el de maestría fue “Diseño y validez de una propuesta gramatical para estudiantes de educación Media Superior”. Creo que la gramática se ha enseñado mal, se ha enseñado desde reglas memorísticas y no se ha enseñado desde la razón. Y en esta propuesta gramatical lo que pretendo es explicar la gramática desde su origen; pero un origen digamos simple, que me ayude a entender por qué la “h” se sigue utilizando en tal palabra y no suena, ¿no? Entonces, un origen que me ayude a entender el uso de los acentos, es decir una manera diferente de enseñar ortografía. Ese es mi segundo tema de tesis.

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A: Y de las dos, ¿cuál es su favorita?

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V: No, pues las dos (risas), no te puedo decir que u otra. Tanto que los recuerdo como si fuera ayer, ¿no? Porque, si bien trabajé con sistemas computacionales, fue mi primer trabajo como investigadora, fue mi primer trabajo como trabajadora, o sea, me pagaban. Estuve dos años contratada por INAOE como investigadora adjunta. Aparte de eso, pues te puedo decir que trabajaba yo en línea. No tenía que ir y checar tarjeta, era mucho más fácil porque era desde el chat. El primer chat que existió, que era el MSN. […] Yo estaba conectada y el Doctor Luis Villaseñor Pineda, estaba trabajando y el doctor me decía “¿cómo vas con el trabajo?” y yo le decía “Bien”. Dice “Descárgate este software”. Y entonces yo instalaba el software  y ya empezamos a trabajar, y tipo de análisis lingüístico ¿no? Y dice “Claudia, hay reunión mañana, tal”,  le digo “ok, perfecto” y era entre doctores también, y muchos de ellos extranjeros y yo pasante de licenciatura. Bueno, me sentía chiquititita, ¿no? (Risas) Pero decía “algún día tengo que ser como ellos”, entonces fue una experiencia muy grata; hasta la fecha. Te decía, el seminario virtual. Es decir, yo sigo trabajando con el internet, con los sistemas computacionales. No estamos divorciados; seguimos en la misma línea, seguimos trabajando en eso. Y la parte gramatical desde luego, es decir, me dedico también a corrección de estilo, a publicaciones, al trabajo docente, entonces sigo involucrada con los dos. Creo que los dos temas son lo que me definen hoy. Lo que soy hoy.

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A: Con la inmersión de las TIC’s en la educación, ¿cree que realmente llegue a beneficiar al estudiante o lo perjudica?

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V: Yo creo, lo decía hace rato, los cambios existen. Y lo que tenemos que hacer es cambiar nosotros, los docentes. Si el estudiante se siente atraído por las tecnologías, yo tengo que hacer uso de esas tecnologías para enseñar. No castigarlo y decirle “no uses eso; no, es cosa del diablo, no”. Yo te decía, CODAES es diseño de objetos de aprendizaje digitales en la educación superior. Es decir, hay toda una estructura académica de investigación dedicada al uso de tecnologías en la educación, ¿no?

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  En la ponencia que llevé a Cuba recientemente al Congreso Internacional en Pedagogía, fue un trabajo que realizamos de asesorías en línea, que usamos redes sociales como Facebook, y cómo esta propuesta ha sido algo que la universidad no ha podido terminar de concretar la atención inmediata al estudiante. Es decir, tú ves una oficina y […] está abierta de 9 a 5 de la tarde; es un horario de oficina. Tú sabes que no puedes tener acceso a esa oficina después de las 5 de la tarde […]. Pero cuando tú tienes dudas, aunque marques al computador de la BUAP, no hay quien te conteste, porque las  secretarias ya terminaron su jornada.

 

  La atención inmediata del estudiante a mí me parece importantísima, y desde la página de Lobomentores es que, como somos un equipo de 30 personas, en cualquier momento prácticamente seguro hay un “lobito” que puede contestar. Entonces, nos han llegado preguntas a las 3 de la mañana, preguntas a las 4 y media. Y siempre tenemos un tiempo de respuesta, en el indicador de los sistemas digitales, de menos de una hora. Es decir, hay una pregunta; ellos no son sabios. Aguas: puede que haya una pregunta muy especializada y ellos no puedan contestarla. Es válido, pero al menos va a recibir una atención. Y el estudiante tiene la indicación de dirigir a la persona que tiene la duda con la persona correcta. Entonces, dirigirlo como un estudiante que tiene problemas emocionales o que está pasando por un trance difícil, una crisis, el lobito no tiene la capacidad de sacarlo de esa crisis, pero si tiene conocimiento de que hay una línea de auxilio 24 horas por 365 días al año en donde lo pueden ayudar de manera inmediata y que es gratuita para los estudiantes BUAP. Ahí lo que hace el lobomentor es proporcionarle ese número de teléfono.

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  Entonces, esa atención inmediata sigue estando en las redes sociales; el joven no tiene que venir a la oficina y frustrarse al encontrarla cerrada. […] Yo creo que lo que nos ha dado flojera a los adultos es acercarnos a estas herramientas. No se trata de marginarlas, sino de hacerlas nuestras aliadas. ¿Y entonces cómo lo voy a ocupar para que el estudiante aprenda y no se dé cuenta que está aprendiendo incluso?

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K: ¿Ha recibido propuestas de cargos más importantes?

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V: Mira qué curioso, je je. Solo una, te soy sincera. Voy a decir “Ay sí, todo el tiempo”: no. No, no, no. Solo una, y fue el año pasado. Estaba yo con lo del seminario de orientación de la BUAP, y el que es el jefe, se llama el ingeniero Ramón, todo el mundo lo conoce así, me dijo “Oye Claudia, es que, mira, ¿sabes qué? Tú tienes que ir a tus clases y vienes en la tarde, o vienes los sábados y domingos. Pero pues de repente, como que necesitamos que estés más tiempo, ¿no? ¿No te gustaría quedarte con nosotros?”, dice “mira, te ofrecemos esto y esto y esto”. Y no lo dudé, le dije “no”, inmediatamente. Yo sé que mi salario hubiera aumentado al doble, yo sé que estaría ya quieta, […] con oficina y todo (que en ese entonces no tenía la oficina que tenemos acá). Pero dije que no porque yo sentía que me iba a podrir, que me iba a secar, porque lo mío no es estar en una oficina. De hecho, a mí casi no me encuentran acá. Acá están los niños, yo me salgo (risas). […] No es mi naturaleza estar encerrada, estar viendo gente fea. Yo quiero estar con los estudiantes.

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 Esa propuesta de trabajo era atractiva, implicaba muchos beneficios, digamos en cuanto a estabilidad laboral, iba a publicar como cinco libros al año, iba a hacer cosas también, ¿no? Que sí me agradan, pero era más bien administrativo y no tanto académico o docente. Tuve que decir que no, que yo prefería seguir donde estoy, en la Facultad de Filosofía y Letras, y en ese momento ya hubiera trabajado en la Vicerrectoría de Docencia. Sí es otro ámbito, sigue siendo BUAP, en otras condiciones, pero no. Es la única, más no. Para qué miento: “ay sí, la UDLAP me habló”, no. Fue esa la situación, pero no. No es lo mío.

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A: Aparte de la docencia, ¿hay algo más que le apasione?

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V: Mi familia, y eso es un conflicto muy grande, laboralmente hablando, porque cuando estoy aquí me molesta que me hable mi familia. Me molesta que estén atrás de mí “Oye, ¿vas a venir a comer?”, ¡aaah! “Estoy trabajando, no me hables” (risas). Pero cuando no estoy trabajando, la cosa más bella es estar con ellos.

Y me molesta que, al revés, que si estoy allá con ellos, me están moliendo el trabajo. Y por eso ustedes que me tienen en Facebook han visto estos letreros que dicen “de vacaciones, no molestar”, o “cerrado por vacaciones” porque en efecto, ¿no? O sea, me gustarán mucho las redes sociales, […] pero si son momentos para trabajar o para estar con la familia, me dedico al 100. No es de que ahorita sí y al rato ya no; lo que es familia, familia y estoy con ellos al cien.

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 Un alumnito me escribía precisamente cuando fui a Atlixco con mis niños, con mis sobrinos y mis papás, y me decían “profa, ¿hay tarea para mañana?” Le digo “¡¡Ah!! No me molestes. No, no sé, no me acuerdo, no existo para ti hoy” (Risas). Pero si estoy en el trabajo, no existo para mi familia, trato de separar muy bien estas partes; mi mamá me entiende (ella fue académica), mi papá me entiende (él es académico), mis hermanos a veces no me entienden; igual cuando me voy a Cuba yo sé que no existo para mi familia pero a veces es lo que más extraño. Extraño a mis niños, extraño a mi mamá, extraño a mi papá.

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  Me ha sido difícil, creo que ya a mis 35 años lo he medio logrado, pero antes era muy complicado. Me traía a mi familia al trabajo o el trabajo me lo llevaba con ellos y era una fiesta. El domingo, por ejemplo, tuvimos dos fiestas de cumpleaños y me dijeron “¿vas a ir?”. Y yo dije “Aah, tengo lo de CODAES, tengo esto, tengo lo otro, ¡VAMOS!” (Risas). Sí, es que hay momentos en los que tienes que separar: familia, amigos, la parranda. O sea, eres un ser humano, tienes que hacerlo.

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K: Y es que es muy sano.

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V: Descansas, y entras con ganas al trabajo. Cuando es trabajo es “Uuuh, ya me está marcando mi mamá”, entonces, “con la pena, dame chance, primero es el trabajo”. Hay que separarlo.

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K: Sobre el plano de la literatura, ¿ha tenido alguna experiencia?

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V: Mmmhm, cuando yo entré al COLLHI en el ’99, no entré por literatura. Cuando estuve aquí, me enamoré de un escritor que se llama José Mariano de Larra y Sánchez de Castro, que es un periodista de España, a mediados del siglo XIX. Y yo dije “wow”, mi amor prohibido tiene 200 años de que se murió (risas). Es lo más intenso. He llorado al leer, me gusta mucho leer pero no lo hago con frecuencia, tengo que ser honesta. Lo que yo leo son documentos académicos o reviso documentos académicos. Tanto como literatura, no. No me desagrada pero no me enfoco tampoco. Entonces dicen “zapatero a tus zapatos”. A mis estudiantes a veces les comparto convocatorias: “mira, salió esto, a ver si participas”; luego me dan sus textos para revisarlos y yo digo “oooh, no creo que sea la mejor persona para hacerlo”, ¿no? Y ya los canalizo con alguien más.

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 Lo que sí hicimos apenas, y ahorita estoy recordando, con la maestra Tanya González fue un seminario de creación literaria. Lo hicimos en verano pasado e invitamos a cinco escritores para que participaran. Fueron cinco días, cinco escritores. Vino gente de la UDLAP, gente de la Anáhuac, vinieron personas que no son necesariamente Facultad de Filosofía y Letras y me pareció una experiencia muy grata. No sé si la volvería a repetir porque fue muy difícil, muy complicada, muy cansada, pero estoy satisfecha y fue en el ámbito literario.         Yo no di ninguna sesión porque no soy experta en eso, ¿no? Mantengo mis límites. Nada más.

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A: ¿Qué autor es su favorito?

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V: José Mariano de Larra. (Risas).

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A: ¿Tiene alguno que le disguste?

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V: Yo creo que varios (risas). Digo, perdón; yo sé que mañana es el día de la mujer, de las que más me desagradan es Ángeles Mastretta. Me desagrada bastante. Nada más la empecé a leer dije “aaah, qiuero vomitar” (risas). Sobre todo esta novela que se llama “Arráncame la vida”, se llama así, ¿no? La empecé a leer y ya mencionaba […] la palabra “pito” y yo digo; bueno, no es que me espante, pero ¿no hay una mejor manera de decirlo? Como que me parece vulgar, torpe. No quiero decir más adjetivos. Pero ese es solo un ejemplo; en sí todo lo que leía yo decía “No, horrible, no”. Yo no soy una crítica literaria ni mucho menos, pero de las que más me desagrada. ¿Qué más? … No, no tengo ahorita en cuenta a nadie más, pero sí hay varios que dices “bueno… eso no lo volvería a leer en mi vida”. Y fíjate que hay libros que guardo celosamente y que digo “lo voy a volver a leer”; a lo mejor ya lo leí cuatro o seis veces, pero lo voy a volver a leer. Y otros que dices “Aaah, la primera hoja, gracias, no”.

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A: En cuanto a disgusto, ¿alguno relacionado con educación?

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V: Me molesta la educación por competencias (risas), y digo “no sé si decirlo” porque es lo que ahorita está de moda, ¿no? Y todo te lo piden por competencias. Yo creo que es la misma gata nada más que revolcada. […] La educación por competencias es prácticamente lo que hemos venido trabajando toda la vida, y sobre todo digo la educación ¡tradicional!. Y escuchen lo que estoy diciendo, está feo lo que digo.

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 La educación tradicional te educaba para que pudieras “hacer algo”; después había un rezago en la educación donde “sí te educo pero es más bien para que aprendas conocimiento y no para que hagas cosas”. Educación por competencias es “otra vez hacer algo”. Entonces es la misma gata nada más que revolcada con otro método, sí, pero el mismo propósito: que el alumno pueda ejecutar, hacer realizar la praxis, la práctica, hacer algo. Entonces, me parece que es muy aburrido estar con esto de “ay, define tu competen… Aaah”; sí lo haces, porque finalmente lo tienes que hacer, pero no me parece ni innovador, ni algo que proponga, no. Me aburre, pero pues hay que entrarle. No es “si quieres”.

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K: Había dicho que tiene lo de Lobomentores dos años aquí y 3 años con vida, digamos, en la BUAP. Entonces, ¿eso quiere decir que usted lo creó?

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V: Sí. Te cuento rápido: el maestro Esparza, en el 2012, cuando él entró como rector trajo una serie de ideas diferentes. Cada rector se va distinguiendo por sus formas y sus modos de llevar a cabo la universidad; entonces, uno de esos modos es la mentoría. En Estados Unidos la mentoría es un trabajo respetado, defendido, distinguido, bien definido. Mentor y tutor son figuras diferentes. El tutor te apoya en el aspecto académico: tu carga de materias, tu rezago, conflictos con el sistema Baner, por ejemplo. Y el mentor es aquél que te apoya en otras cosas, el que te ayuda a acercarte a otras metas, como por ejemplo intercambio académico, apoyo psicológico (no porque él sea el psicólogo sino que te vincula con), etc.

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  Pero en Estados Unidos cada estudiante tiene un tutor y un mentor. Cuando esa manera de trabajo llega a México, o mejor dicho la incursiona Esparza (porque en eso tengo que decirlo: la BUAP es pionera en el trabajo de mentoría). Hay mucha resistencia por desconocimiento. La Facultad de Filosofía y Letras tuvo la invitación para participar con mentoría y no hubo una sola persona que quisiera ir. Yo no me enteré en ese entonces; yo me enteré en el 2014. De por sí la Facultad de Filosofía y Letras a todo le decía que no. Los Lobomentores son el espíritu de participación a nivel universitario: perdón que lo diga así, pero es la verdad. La Facultad de Filosofía y Letras nunca había participado en deportes, en la Universiada, o lo hacía solo con un deporte. Este año fue el primero en que la Facultad de Filosofía y Letras participó en todos los deportes y ganó en muchos, muchos partidos. Ayer, el equipo de basquetbol ganó 6 a 1 contra rectoría. Entonces, son pequeños logros […] que la mayoría no ve. Y eso lo hacemos desde la mentoría.

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  Hubo mucha resistencia, nadie quería entrar, “no me interesa”, “hay más trabajo”, y así era: era más trabajo. Entonces cuando me dice a mí el Doctor Osvaldo: “Claudia, mira, hay un taller de mentoría”, no sabía lo que me preparaba. […] Entonces fui y me encantó. Quedé enamorada porque eran maestros uno de cada facultad: ingenierías, físico-matemáticas, medicina, lenguas… Yo estaba feliz, porque dije “wow, esta es la universidad, no nada más lo que yo veo en el centro; esta es la verdadera universidad”. […] Sobre todo porque nuestro primer proyecto fue “un problema que tú veas en tu facultad y que quieras cambiar”. Y yo inmediatamente dije “el plagio, no debe existir en la Facultad de Filosofía y Letras”. Entonces ese fue mi proyecto. El mentor que nos preparó se llama Juan de Dios Pineda, él es mexicano pero trabaja en la Universidad de Nuevo México, en Estados Unidos, Texas, si no me equivoco. Él fue muy amable, él fue un verdadero mentor, él nos ayudó a entender cuál era la meta de la mentoría. Y les adelanto una primicia: para el mes de junio, si no me equivoco, la BUAP va a fundar su primer Instituto en Mentoría. Entonces, esto va creciendo, va a ser más grande.

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   Acá el equipo de Lobomentores va a cumplir dos años, en la BUAP tiene más años. Pero yo, siendo la mentora, apenas voy a hacer tres. Entonces, no es mucho. La Facultad de Filosofía y Letras, como siempre, no quería participar y pues acá estoy […].

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A: ¿Pero entonces el nombre de Lobomentores ya viene desde el proyecto inicial o se lo pusieron así?

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V: No, se lo pusieron desde el inicio. De hecho, Lobomentores a nivel universitario hay en todas las facultades […] con más años, pero apenas en Filosofía y Letras con dos.

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A: ¿Tiene algún otro cargo o puesto en la universidad o fuera de ella?

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K: O como tal, ¿cuáles serían? Porque ya ve tantos proyectos…

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V: Pues cargo, cargo, nada más estoy pensando en el de Coordinadora del Seminario Virtual, en el de CODAES soy Coordinadora del área de competencia comunicativa y aquí como Mentora. Pero pues más que cargo sería como un voluntariado, porque pues tengo fe (risas).

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K: ¿Qué trayectoria tiene en esos cargos recién mencionados?

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V: No, muy poco. En Mentoría 2 años, en CODAES un año y en el Seminario ya tres años.

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A: ¿Cuál fue su inspiración o motivación primaria para ser docente?

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V: Yo no quería hacerlo (risas). Es que para qué les digo otra cosa. Mi mamá lo es, mi papá lo fue, yo no quería hacerlo. El Doctor Osvaldo (risas) influyó para que yo lo fuera. En mis prácticas docentes me obligó; yo le dije “yo quiero ser investigadora” y me dijo “no me importa. Es tu materia y la tienes que hacer”, y aparte era mi tutor. Y yo dije “bueno”. Y fui a la prepa Benito, donde yo estudié, y me abrieron las puertas. Fue maravilloso, fue la experiencia más hermosa que he tenido en mi vida. Cuando terminé mis 10 sesiones, lloré junto con los niños. Ya no querían que me fuera, yo tampoco me quería ir, me dieron sus evaluaciones, ahí me ven llore y llore tres horas. Y yo dije “no, yo nací para esto”, yo no lo sabía. Y desde ese momento dije “siempre voy a hacer esto”. Maestra, docente, académica.

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A: ¿Ha trabajado en otro nivel aparte de la universidad?

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V: Uy sí, ¡bastante! Cuando uno empieza, trabajas hasta abajo de las alcantarillas (risas). Trabajé en muchas escuelas patitos, en otras que ya no existen. Lo más bajo en el sentido de estratificación académica, ha sido en secundaria, pero solo fue como un mes, y fue hermoso. Fue con niños de primero de secundaria, o sea de primaria prácticamente, y yo me sentía Blancanieves con mis 7 enanitos, y les daba Literatura. Entonces los sentaba yo alrededor en el piso y yo me sentaba con ellos y nos poníamos a leer. Y era fantástico, fue una experiencia hermosa trabajar en secundaria.

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   De lo que puedo recordar […] destacado, fue en el ayuntamiento, el Ayuntamiento proporciona capacitación y formación de prepa abierta para sus trabajadores. Y trabajé con granaderos, con naranjitas (es decir personal de limpieza de las calles), con secretarias; trabajé con mucha gente muy interesante, trabajé con adultos en prepa también, pero sobre todo en el Ayuntamiento porque llegaban con sus armas, entonces “a ver si digo algo mal, si critico al sistema…” (risas). Pero muy bien, policías, los de tránsito, entonces decías “ay, maldito, ahorita me la va a pagar” (risas). […] Eso fue bonito.

No muchos, pero a lo mejor unos seis, trabajé en la UPAEP […] y me gustó mucho porque trabajé con estudiantes de todas las carreras: de medicina, ingenierías, y eso me ha gustado, la interdisciplinariedad siempre ha sido mi parte favorita.

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A: En el momento que decidió ser docente, ¿cuál fue su principal objetivo?

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V: Que los demás aprendieran. Yo creo que eso es lo principal, pero que aprendieran con gusto. No con reglas,  no obligando, no regañando, no imponiendo: convenciendo.

 

A: En cuanto a esta trayectoria que ha tenido, ¿ha cambiado este objetivo?

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V: No necesariamente, pero sí el modo. Antes yo era más agresiva, creo, era más ruda, era de que “lo haces o lo haces”, “inténtalo” y lo empujaba. Ahora no, ahora soy como más tolerante.

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K: ¿Ha estudiado otra carrera?

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V: No, pero me hubiera gustado estudiar arquitectura o física. Me encantan. La arquitectura me fascina. Siempre que voy de viaje trato de ir a ciudades coloniales porque me voy a enamorar de sus edificios.

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K: Extrañando Puebla, también.

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V: Si, en Cuba estaba yo “ay, mi país”. Pero igual, yo creo que tengo más fotos de los edificios que de la gente. […] En Facebook lo he compartido a veces.

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  […] De entrada, antes de Filosofía y Letras, mi primera opción era Física. Todos mis hermanos estudiaron Ciencias Exactas, pero yo no quería estudiar lo que ellos estudiaron, que fue electrónica. Yo quería estudiar Astrofísica: las estrellas, ser astronauta y todo eso. Y cuando vieron que no había en Puebla esa carrera y me tenía que ir a México, mis papás me dijeron “no, no te vas”. Y en ese entonces, pues uno no decide. Y entonces dije “pues entonces, me voy a Letras” (risas). Pero no me arrepiento, me gusta.

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A: ¿Cómo definiría su experiencia como docente?

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V: Cambio constante. Nunca las cosas son iguales, ni en el mismo día, ni a la misma hora. Todo cambia. Y es difícil aceptarlo, porque hay maestros que dicen “este método me funcionó y lo voy a llevar a cabo 15 años”. No, cambio constante: cambio.

​

K: Igual con los alumnos: ningún salón es diferente y no les va a funcionar lo mismo.

​

V: Así es.

​

K: ¿Cómo debería ser el sistema educativo en sus palabras?

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V: Incluyente, integral, multidisciplinario, flexible, vivencial.

​

A: ¿Y el docente (cómo debería ser)? 

​

V: Pues creo que el docente tiene que ser un camarada. Lejos de ser una figura de autoridad y aquí, toda esta cosa… Más bien debe ser un aliado, un apoyo, un participante más. Me encanta porque cuando me tomo foto con los lobomentores por alguna razón, hay maestros que dicen “Es que Claudia, ¡tú pareces uno de ellos! No veo dónde estás tú”. 

 

  ¡Es que no es así! Todos somos personas y ellos también me enseñan a mí. No hay distinción; no tanto iguales, porque hay una diferencia de experiencias, pero sí podemos ser camaradas. Yo no tengo por qué envidiarle nada a ustedes y ustedes no tienen por qué envidiarme nada a mí. […] Estamos en diferentes momentos y cada quien tiene que vivir el suyo. Creo que el docente para empezar tendría que sentirse sí diferente, pero además ser un acompañante, un amigo, un apoyo (más que amigo, acompañante) y un guía.

​

K: ¿Cómo define la educación?

​

V: La oportunidad de ser mejores.

​

A: ¿Cuál es su opinión sobre la educación rural y urbana?

​

V: Creo que son diferentes. La educación rural, tienes ventajas importantes. Sobre todo porque es vivencial […]. Y la urbana tiene sus ventajas porque tienes acceso a más información, lo que no significa saber más, pero tienes esa ventaja. Cuando estuve en Cuba, no hay internet,  y ahí lo vives. Sabes que si no ubicas un lugar no puedes usar el Google Maps. Y entonces quiere ir a la antigüita: preguntando; preguntando se llega a Roma. Y habrá gente de nueva fe que te dirija y gente de mala fe que te confunda. Entonces, son distintas. No hay una mejor ni una peor, creo.

​

A: Ahorita con todos los problemas que hay del examen para los maestros, ¿cree que realmente deba haber un examen para todos los maestros o dividirlos según el área? Porque también es el conflicto que se está viendo: “¿es que cómo nos vas a calificar a nosotros que somos de un área rural de la misma manera que vas a calificar a ellos, que tienen básicamente todo?”.

​

V: ¡Las personas! que están haciendo este tipo de evaluaciones no tienen la más mínima idea de lo que implica la docencia ni del escenario real educativo, ni las necesidades, nada. Yo creo que no se trata de un examen, para empezar. Se trata de qué tanto aportas a tu ámbito, el que sea […]. Qué tanto has hecho para que estudiantes puedan continuar con sus estudios, por ejemplo en el aspecto rural. En lo urbano: qué tanto ayudas a tus estudiantes para que no caigan en deserción, para que ellos se motiven por conocer otros países, por irse de intercambio académico, por buscar otro tipo de becas, otras oportunidades, vivir otras cosas. Esa motivación es lo que es más importante y es lo que creo que se tendría que medir. Que no sé si se pueda hacer, llegaríamos a otra discusión, pero no se trata de un examen. No es la manera.

​

A: ¿Entonces usted no apoya este método de evaluarlos?

​

V: No de no evaluarlos, sino sobre todo es la manera en cómo se hace. Yo creo que lo discutible es la manera.

​

A: Porque, por ejemplo, he visto comentarios que decían sobre este método que están metiendo en México para evaluar a los docentes ya se había intentado en Estados Unidos y que daba frutos. Entonces cómo es que estábamos permitiendo que se metiera en México.

​

V: Pues no sé si tú lo estás permitiendo (risas), pero yo no. Es decir, soy congruente con los maestros. Es decir, en todo momento los he apoyado desde que les quitaron el salario y les repartíamos víveres hasta ir a marchas y apoyarlos y estar con ellos. No es tanto que lo permitamos, sino más bien que se impone.

​

K: ¿Cuál es su herramienta imprescindible en el aula?

​

V: Yo creo que la herramienta más importante es la creatividad, porque de ella depende todo. Los contenidos ya están, ¿ahora cómo lo vas a hacer? Si no tienes alumnos, ¿cómo le vas a hacer? ¿Y si tienes poquitos, y si llegan tarde? Es decir, todo eso tiene que ver con tu innovación, con la creatividad.

​

K: ¿Qué deberíamos hacer cuando la institución educativa te obstaculiza como docente?

​

V: Pues es que no tiene que saberlo todo el sistema educativo. Tú te puedes hacer de tus mañas. Lo que pase dentro del salón es solo tuyo; te pueden decir “no puedes hacer esto”, entonces “a ver si realmente puedes vigilarme para que no lo haga”, ¿no? Te van a poner una piedra en el camino, date la vuelta; busca otro camino. Obstáculos va a haber siempre. Pero más bien tú tienes que buscar nuevos modos. Si te caes mil veces, levántate mil una vez. Eso que no te detenga: “aah, es que no me invitaron; aah, es que no salí, es que no me aceptaron” ¿Y eso qué? Hay más, no es lo único. La vida es más grande; hay más oportunidades.

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     La maestra Valerdi nos abrió sus puertas y nos ofreció apoyo generalizado, incluyendo en este al equipo Lobomentores, sobre las adversidades que se nos pudiesen presentar. Tal como ella propiamente lo externa, somos conocidas de hace algún tiempo y podemos decir que es una persona de corazón grande, horizontes amplios y vocación bien cimentada. Podrán conocer más de ella en la continuación de esta misma entrevista, que se publicará en nuestro segundo número.

Crónica 2
Crónica

Crónica de una reprobación anunciada

Kenya Meza Nava

El anunciado dado al respecto desde los primeros días en la facultad eran unánimes y contundentes: “Morfosintaxis es el primer gran filtro de la carrera”- decía el profesor Osorio cuando impartió Investigación documental, a la clase de la que yo era miembro. Pero  no fue el único que advirtió a los entonces estudiantes de nuevo ingreso  sobre lo que significaba esa asignatura, casi en el medio del plan de estudios.

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     Clases como Introducción a la lingüística, comenzaban con los clásicos fundamentos de Saussure, que en esos días se veían en prácticamente todas las clases, complicándose a medida de que los temas avanzaban y volviéndose insalubremente difíciles al momento de superar la teoría de la sintaxis y combinar ésta con la morfología, para hacer análisis tan temibles que gustaban desde entonces  para compararse con quimeras mitológicas sedientas de sangre. Sin embargo, a pesar de la dificultad que suponía un primer vistazo en una clase introductoria, donde cada nivel de la lengua era tratado en una o dos clases, el futuro se veía esperanzador y nadie podía imaginar la realidad que esperaba en el cuarto cuatrimestre.

​

       Un poco de esa realidad que se anunciaba en los primeros días se dejó ver  cuando la asignatura de sintaxis llegó. Las opiniones entonces estaban divididas al respecto y aunque el monstruo en turno era atemorizante, no era para nada imposible y más que alimentar al monstruo prometido, lo reducía en algún grado, dando nuevas esperanzas a que aquellas palabras del primer curso fueran nada más que exageraciones y malentendidos.

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      En los cursos anteriores al cuarto cuatri-mestre, los estudiantes habíamos tenido la oportunidad de conocer a algunos compañeros que por alguna u otra razón se habían rezagado en su andar por la facultad y se veían obligados a cursar asignaturas, que de otro modo ya habrían pasado; fueron esos compañeros  los que nublaban la visión que se iba formando respecto al demonio llamado Morfosintaxis, pues reafirmaban las temibles palabras que presagiaban una lluvia de sangre para el cuarto cuatrimestre, en manos de esa sola asignatura.

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       El tiempo avanzaba implacable como le es costumbre y las asignaturas se iban superando poco a poco, el avance por los primeros niveles de la lengua, aunque no estuvieron libres de algunos tropezones, se iba consiguiendo con constancia y firmeza.

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      Primero fue la fonética y la fonología, que gracias al profesor que la impartió, marcó en mayor medida las normas que regirían muchos de los subsecuentes cursos sobre lingüística que se venían. Después fue la morfología, que interesó a más de uno y mostró que la relación entre niveles era algo más que un argumento que se repetía constantemente en voz de los profesores. Luego llego Sintaxis y aunque dificultó el andar de algunos, mortalizó al que se creía un demonio y que esperaba en el siguiente curso.

        El cuarto cuatrimestre llegó al fin, dejando creer al inicio que se trataba solamente de una asignatura más de lingüística, pareciendo en sus primeros temas un simple repaso de lo visto en sintaxis, pero ocultaba bajo esa primera impresión la encarnación de todos los presagios anunciados en los primeros días y promulgados a viva voz por quienes ya habían sido derrotados por ella  y se veían obligados a enfrentársele una vez más.

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      Los complementos de nombre, las frases adjetivas, los sustantivos en aposición y los infinitos complementos circunstanciales fueron solo las primeras cabezas de la hiedra lingüística que se deleitaba en la constante complejidad de su ser. Para cuando llegaron los verboides y su doble función, los complementos adverbiales modales y los suplementos prepositivos, ya muchos se sentían derrotados, pero algunos más se mantenían optimistas y creían que ante lo que se avecinaba, la suerte triunfaría y todas aquellas complicaciones que en esos momentos nublaban el futuro, se disiparían y dejarían ver un triunfo épico sobre una criatura que gustaba para imposible.

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        El primer examen parcial fue implacable, arrasó con más de la mitad de las esperanzas sobrevivientes al punto que, para antes siquiera de reanudar los temas, ya varios se preguntaban quién impartiría la asignatura para verano, temporada en que se decía que la bestia se adormecía y se volvía si bien no dócil, al menos manejable. Otros se preguntaban si se habían equivocado de tarea y algunos más se refugiaban en “Germinal” de Zolá y literatura romántica.

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      Ni siquiera semántica se le acercaba a los talones de lo que representaba el estudio de Morfosintaxis, la teoría de prototipos era sumas de un dígito, comparado con las ecuaciones de tercer grado que eran los análisis morfosintácticos que se realizaban en la otra asignatura. Parecía imposible la disparidad de dificultades repartidas entre ambas criaturas lingüísticas, pero la realidad era implacable y la suerte sin duda estaba echada.

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       El segundo examen de Morfosintaxis llegó, más complicado que el anterior y lleno de funciones extrañas y verboides que incrementaban el ya de por sí, alto nivel de dificultad que representaban las extensas oraciones que se pretendían reducir en todas las funciones habidas. Los complementos circunstanciales, los suplementos prepositivos y los diferentes tipos de objeto directo dieron el golpe final a muchos de los estudiantes de lingüística y literatura hispánica que cursaban en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; quienes resignados regresaron a sus casas esa tarde, para autoflajelarse con las respuestas  verificadas en los manuales, que hasta entonces parecieron obvias y lloraron, algunos en silencio y otros a pleno pulmón, cada noche y día del resto de la semana, teniendo como único consuelo el final de cursos y el advenimiento del verano, que significaba una nueva esperanza venidera para los derrotados.

Entrevista 2
Entrevista

Una enseñanza de vida 2° parte

Diálogo en busca de un consejo y el saber en la experiencia.

Andrea R. Gómez, Kenya Meza

Aquí les presentamos la segunda parte de la entrevista realizada a la Maestra Claudia Valerdi:

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A.- ¿De qué manera es aplicable la teoría en la práctica docente y en el aula?

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V.- He dado La materia de teorías pedagógicas en diferentes programas educativos, en diferentes escuelas/ universidades, no solamente aquí en la Facultad de Filosofía y Letras y la conclusión a la que llegamos con mis estudiantes es que “toda teoría responde a una  necesidad contextual de  ese momento que no coincide con nuestro contexto, pero que podemos adaptar ciertos aspectos” y a nosotros nos gusta denominarle “Ensalada de teorías pedagógicas”; un poquito de esta teoría, un poquito de esta otra y habrán ciertas innovaciones que uno proponga y está bien, y habrá otros aspectos que uno diga “esto definitivamente no aplica aquí”.

Entonces yo diría “La teoría se hizo para proponer”, pero para llevarlo a la práctica, definitivamente tenemos nosotros que adaptarnos. Insisto: nosotros somos los que tenemos que cambiar, no los estudiantes; en ese sentido podríamos hablar de una ensalada teórica.

​

K.- En el mismo sentido va la siguiente pregunta ¿hay algún modelo extranjero que se pueda amoldar más a nuestro contexto o no existe uno que usted considere?

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V.- Yo creo que hablar de un sólo modelo para un contexto tan diverso como el que vive México, con desigualdades, diferencias, oportunidades distintas y características de la población tan diferentes, me parece que no, pero podríamos conocer esos modelos como referentes; podemos buscar lazos de unión, vínculos, puentes, pero no pretender que lo que alguien más hizo va a ser la regla que se va a aplicar en nuestro país. No creo, no creo que haya un modelo único; es decir, hablar de una reforma educativa o un modelo por competencias o de una cuestión así tan grande, no creo.

​

K.- Entonces retomando su concepto de la ensalada ¿cuál sería la teoría o teorías fundamentales que serían aplicables aquí?

​

V.- No lo sé, me refiero a que, insisto, cada nivel educativo tiene necesidades diferentes, cada disciplina también las tiene. Con las que yo coqueteo más son todas aquellas que tengan que ver con decir tu propia palabra. Freire es para mí el más grande exponente de educación porque sigue estando vigente y habla mucho de esta parte de decir tu palabra, para que un alumno pueda llegar a decir su palabra indica mucho trabajo, aunque este estudiante entre más grande es más difícil, porque  la educación tradicional les ha dicho que “no”.

​

De hecho la palabra infante quiere decir “que no puede hablar, el que no dice, el que no habla”, entonces hemos sido educados para no decir lo que pensamos y creer que lo que pensamos no es digno de ser escuchado, entonces que un estudiante pueda decir su palabra, no me refiero sólo al aspecto oral sino sobre todo al aspecto escrito porque es un proceso diferente, el que el estudiante pueda escribir y que a esto le podamos dar difusión y que él pueda sentirse en confianza de argumentar y defender una postura, creo que es lo más grande ¿no?

​

Entonces Freire es para mí el principal, Vygotsky desde luego y ahorita me estoy empezando a enamorar de José Martí; no es propiamente un pedagogo, pero fundamenta la pedagoga cubana, él es conocido más como poeta, pero cuando yo voy a Cuba todo mundo lo cita y sus citas tienen que ver con la educación, entonces aunque a lo mejor no postuló un método o una teoría propiamente dicha, sus ideas ya impactaron en un país de manera educativa de tal suerte que sería muy digno revisarlo. Él también enaltece por ejemplo al niño como lo hiciera por ejemplo Nietzsche o como lo hiciera también Vygotsky, los surrealistas ¿no? Entonces creo que por ahí está la respuesta a nuestras necesidades educativas, lo voy a empezar a revisar, no puedo decir que ya lo conozco, pero creo que por ahí puede haber algo muy digno de revisarse, de conocer.

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A.- ¿Hay algún modelo extranjero que admire?

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V.- Recientemente estuve viendo un documental que se llama “La educación prohibida” así lo pueden encontrar en YouTube. Si no me equivoco, es una película que dura más de dos horas, no recuerdo cuánto. Y si no me equivoco también fue hecha en Argentina, en Sudamérica, pero no estoy tan segura […]. Ahí […] cuestionan todos los modelos, lo hacen desde la práctica pero lo hacen también teóricamente, […] yo creo que es un éxtasis continuo estar viendo este video porque te presentan escenarios, citas, una discusión muy nutrida y qué es lo que como pedagogos, como educadores estamos haciendo mal; no te dice “haces esto mal” sino que te presenta el escenario para que tú te des cuenta en que te estás equivocando, entonces me parece que esta iniciativa es muy buena y es la que más me agradaría, lo que se está haciendo en Sudamérica.

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También se ha hablado mucho sobre todo de la educación de Finlandia, que también ellos están empleando una educación que está causando revuelo porque están eliminando las tareas, de entrada yo no  dejo tareas ¿no? […] Y segundo, ellos están trabajando el aspecto de que el estudiante debe reconocer una necesidad en la educación; si ellos no encuentran esa necesidad, definitivamente no se van a educar y más que educarse, implica esta parte de la escolarización que no es lo mismo la educación, como esa herramienta para que alguien más aprenda algo que no sabía antes y la escolarización, como ese aspecto que tiene que ver con algo cursativo-administrativo, créditos ¿no? Que es totalmente ajena, pero creo que los países sudamericanos están dando sorpresas y muchas veces no volteamos a verlos ¿no?

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A.- ¿Tiene la intención de publicar una propuesta educativa o algún libro sobre educación?

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V.-Tanto como  libro, creo que todavía no, pero la propuesta educativa es la de José Martí para México y esa sería el otro año; este año es para trabajarlo, leer mucho, discutirlo y el otro año probablemente sí, pero […] no sé si llegue a libro, no creo. Que, bueno, uno puede presentar trabajos inmensos ahí, no te ponen límites.

K.- ¿Podría darnos su opinión sobre el rumbo que ha tomado la universidad?

​

V.- Ay, no, pues es que ya me preguntas cosas escabrosas. No sé, es complicado, yo te puedo decir que amo a la BUAP, yo soy BUAP antes de nacer, porque mi papá trabajaba en la BUAP cuando yo nací, mi mamá también y la palabra que más he escuchado en mi vida, desde el útero yo creo, ha sido BUAP; entonces, las universidades públicas son para mí lo máximo. Te puedo decir muchas cosas, desde políticas hasta el modelo educativo, pero lo que yo te puedo decir, como una percepción general, es que ha cambiado la universidad en algunos aspectos para bien y otros no tanto. Es decir, antes se percibía un ambiente de mayor libertad, de respeto hacia los universitarios y el ejercicio autónomo (sin dependencia con el Estado), pero tampoco podemos cerrarnos de ojos y decir “no, el Estado no importa” porque pues finalmente los recursos los administra, no es que sea de ellos, los administra el Estado. Entonces entiendo también  que a veces los rectores no puedan tener tanta libertad para decidir ciertas cosas: un ejemplo es que casi toda la universidad está pintada de azul ¿no? Lo cual denota desde luego una preferencia política y a lo mejor ni siquiera preferencia, más bien es como este paliativo hacia al gobierno. En eso no estoy de acuerdo, pero también entiendo la razón de por qué sucede.

​

Algunos criticaban que se liberó el puntaje mínimo, se liberó el promedio para ingresar a la BUAP, pero pues todo el peso está sobre el examen y como yo trabajo con el COLEG, puedo decirles que no es un examen fácil, que va a cambiar: les paso la primicia, va a cambiar, al 100% el 2018. El COLEG nos  citó en Guadalajara en febrero del año pasado a todas las instituciones, entre esas la BUAP (porque no sólo trabaja para la BUAP, trabaja para el Tecnológico de Monterrey, la UDLA y muchas otras instituciones), para darnos la primicia de cuáles son los cambios para el examen de admisión. No les voy a revelar tanto, pero hay cambios importantes: si no de cien si del setenta y cinco por ciento del examen.

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Entonces todo el peso de ingreso recae en esa parte, y hubo gente que muy molesta criticó ¿no? Y dijo “ay la BUAP ha decaído, la BUAP ya…” Pues es que no, es universidad pública, no debería a ver ningún proceso de aceptación ni de recepción de estudiantes. Todos tienen derecho a cursar los estudios superiores; […] yo entiendo esta parte de la matricula y la infraestructura, pero pues el gobierno tendría que, en vez de invertir el dinero en un puente que nadie usa (y me refiero a estas ciclovías que están en un lugar altamente contaminado, que realmente se inundan o se quiebran a los pocos meses de haberse inaugurado) pues evidentemente dedicarle más inversión a la universidad pública. Entonces, creo que hay políticas que van para bien como esta liberación del puntaje, pero también hay otras políticas que no lo son tanto. La parte más burocrática, administrativa, los candados para titulación; ya subieron los precios para titulación, cuando las había bajado bastante el rector. Sí te hace cuestionarte “¿entonces que pasa, no?” Sí, ha cambiado porque todo tiene que cambiar, algunas cosas para mejor y otras no tanto.

​

A.- Ahora están cambiando el modelo que sigue, hay algunos profesores que nos han dicho que realmente no les agrada porque quitan demasiadas cosas que deberían ir, sobre todo que le están dando este enfoque en literatura a lo Hispánico, pero ¿cómo vas a verlo si no tienes el referente original?, ¿qué piensa usted al respecto?

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V.- Mira, a mí me excluyeron de eso, no puedo decir más. Pero creo que las personas que están ahí, si no les agrada tienen que discutirlo y tienen que levantar la voz. Es obvio quién está detrás de esas decisiones, les toca defenderlo ¿no? Si solamente están ahí para decirle a todo que sí, pues entonces no están haciendo un trabajo real. Si no están de acuerdo, no se trata de desquitarse con los estudiantes: se trata de defenderlo en el momento que hay que hacerlo […].

​

K.- ¿Cómo era la universidad cuando empezó la carrera?

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V.- Pues no sé, dicen que todos los tiempos pasados son mejores ¿no? Yo […] no coincido en eso. Sí me gustaba el Yoloxóchitl y que había un festival del Yoloxóchitl; me gustaba que el maestro Pantaleón era el Secretario Académico (un hombre maravilloso, muy centrado, con mucha experiencia, un hombre muy sabio, cualquier consejo que tú le pidieras, él tenía la palabra precisa para decirte por donde tenías que entrarle). La universidad era un poco más relajada, había toquines con más frecuencia, los chavos fumaban más, también los maestros; yo te puedo mencionar un escenario tanto más alegre como también no tanto: los espacios de la propia universidad eran un poco también más libres, no había casi ningún salón con candado o llave, los de DASU tampoco estaban, pero también había más vulnerabilidad. Recuerdo que nosotros, cuando subieron el pasaje, […] tomamos camiones y todo; eran hasta cierto punto, padres porque hacías justicia por tu propia mano, no sé, era divertido.

​

También la parte de biblioteca: como no había tanta difusión de las tecnologías y no habían llegado a […] tanta información, pues sí eran más utilizadas y pensar en la biblioteca era pensar en un lugar obligatorio para avanzar en tus materias, en tus clases, habían salas de lectura grandes y ahí me la pasaba yo cuando no tenía clase. Era muy ñoña, quiero pensar que era; hubo un periodo, no recuerdo en qué año, pero iba yo como en séptimo y lo que yo hice fue meter materias desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche para avanzar, no sé porque yo tenía tanta prisa, y de repente tenías horas libres o que tu profe no llegaba y siempre estaba yo en la sala de lectura. Lo que no me gustó mucho es que tomé casi todas las materias de literatura, entonces era leer mínimamente un libro al día, fue el periodo donde más leí y me gustó. No me arrepiento, estuvo bien, pero mi graduación de los lentes aumento también ¿no?

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